por Luis Bedoya
Más que un día de festejo, debe ser de reflexión, ni siquiera somos dignos de este feriado.
No fue un capricho del destino o un accidente, lo que llevo a esos aventureros a buscar esas tierras frente al meandro de río Paraguay.
Una ubicación estratégica y un entorno natural que garantizaba un futuro prospero para los descendientes de aquellos primeros pobladores.
Pero en algún momento el progreso solo se limito al discurso para la tribuna, y alguien nos cambio el tren y ese puerto operativo, por espejitos de colores.
A casi un siglo y medio todavía tenemos formoseños que no tienen cubiertas sus necesidades básicas, como ser una vivienda, cloacas y lo que es peor, hay quienes viven a solo unos minutos del centro de la ciudad, pero ni siquiera tienen agua potable.
Algo hicimos mal y de nosotros depende volver al camino del progreso, pero no el del discurso político, sino el que procuraron nuestros abuelos y aseguraron nuestros fundadores aquel 8 de abril.